jueves, 17 de diciembre de 2009

Me queda el consuelo de estar sentado.


Yo no tengo miedo. ¿Tú tienes miedo, Harry? Creo que tengo suerte. He pasado por cosas peores y tú también, seguro. Además, me queda el consuelo de estar sentado.
Hace tres días, cuando llegaste, ¿te acuerdas? te dije que no te acostumbrases a este lugar. No es bueno acostumbrarse a nada, Harry, porque lo vas a perder todo, cualquier cosa que tengas. Aprendí eso cuando era bien pequeño, cuando no era ni la sombra de lo que soy ahora, cuando era un don nadie. Ahora soy un tipo importante, salgo en todos los periódicos. Y mañana cuando me siente, el mundo entero me estará mirando. ¡A mí! ¿Te das cuenta? Todos van a poner la televisión y me van a ver, será un momento glorioso, estoy seguro. Supongo que me tendrás envidia, ¿me equivoco?, ah, pero a ti ya te pasó el momento, amigo, todos te vimos, todos vivimos contigo ese instante único.
Aún no me has dicho si te gustó, pero no hace falta, lo ví en tu cara, eras feliz, no cabía duda.
Estoy ansioso, pero me gusta este sentimiento, hace que me sienta más vivo. Entiéndeme, tengo ganas de que llegue el momento, estoy realmente impaciente, pero sé que dura tan poco, pasa todo tan rápido, será tan corto mi reinado sobre el mundo...
¿Qué te parece eso, Harry? Voy a ser el jodido rey del mundo por unos segundos, tal vez un minuto, y voy a estar sentado en el trono. Eso sí que es gracioso.
Mi madre siempre me dijo que un día llegaría lejos, ella sí lo sabía, nunca dudó de mí. Y no la he defraudado, ya ves, estoy aquí y he llegado yo solito, por mis propios medios, sin ayuda de nadie. Nunca he necesitado a nadie, Harry, soy autosuficiente y eso no me lo han enseñado, a no ser que consideres la vida como una maestra, pero no creo que tú lo hagas, ¿tengo razón?
Siempre la tengo, ya te habrás dado cuenta, viejo.
Apenas quedan dos horas ¿no es increíble?, llevo aquí cinco días y creí que se me haría eterno, pero ahora me doy cuenta de que el tiempo es una cosa mucho más complicada que horas, minutos y segundos, mucho más. ¿Alguna vez habías pensado en el tiempo, en cómo es? Yo tampoco, ya ves. Jamás hubiera creído que iba a depender de él de esta manera, puedes estar seguro.
Ah, pero desde aquí se ven las cosas más claras. Y tienes tiempo de recordar muchas cosas.
Ahora recuerdo el día en que fui con mi padre a comprarme mi primer coche. Yo quería ir sólo, pero el viejo se empeñó en venir a dar el visto bueno. Ya sabes, en ocasiones es mejor ceder.
Estábamos allí, entre aquel montón de chatarra, intentando decidir cuál de aquellos cacharros duraría más tiempo. Antes no hacían los coches como ahora, Harry, antes eran trozos de hojalata con motor, pero eso sí, eran preciosos, amigo. No corrían tanto, es verdad, pero tampoco había prisa, era mejor que fueran despacio, así uno podía quedarse mirándolos. Yo lo hacía durante horas sin cansarme, me apasionaban aquellos trastos, te lo digo en serio.
Finalmente, salimos de allí con una máquina realmente bonita, un Ford Titan del cincuenta y ocho, de color azul cielo. He visto pocos coches como aquel en mi vida, era una delicia escuchar aquel motor y conducirlo.
El viaje a casa fue lo mejor, yo lo llevaba mientras mi padre iba haciendo la lista de lo que había que reformar. Créeme, nunca lo toqué, nunca fui capaz de cambiarle nada, me gustaba tal y como era; además, ¿quién decía que a mí no me hacían falta también algunos arreglos? Yo tampoco era perfecto, era un coche a mi medida, parecía hecho justo para mí, para que yo lo llevara. Y me duró mucho tiempo. Pero ningún viaje como aquel primero, ninguna brisa como aquella y ninguna compañía mejor que la de mi padre. Ahora puedo decirlo: era un gran hombre, pero se preocupaba demasiado por todo, eso fue lo que lo mató. Se preocupaba demasiado por mí, por lo que yo hacía.
Se acerca alguien, creo que ha llegado el gran momento.
No sabía que iba a tener un peluquero, ah, pero ahora recuerdo, Harry, tú también lo tuviste.
Tengo frío con la cabeza pelada, amigo, pero supongo que eso ya no importa.
Todas las cámaras enfocan hacia mí, puedo verlas a pesar de que tengo los ojos llenos de lágrimas. Lloro de felicidad, puedes apostar por ello. Es mi momento; mi lugar y mi hora. Hasta ahora mismo, Harry.
Sinceramente, no creo que haya ninguna llamada de última hora, y no la quiero.
Es cómoda, la silla, pero creo que empezará a molestarme dentro de nada.